Estonia, el baluarte de la OTAN en ciberseguridad

En las afueras de Tallín, capital de Estonia, todavía pueden verse edificios de arquitectura comunista que recuerda que un día este pequeño país de algo menos de 1,5 millones de habitantes formó parte del conglomerado de repúblicas de la Unión Soviética. También en los mercados locales puede uno comprar láminas o imanes con el rostro de Lenin o Stalin.

Esto choca con la política que desde que en 1991 este país báltico se independizara de la URSS, está llevando el gobierno estonio para desligarse por completo de su pasado. «En 1975 nadie se refería a Francia como un antiguo país ocupado por los nazis. Por eso no me gusta que se refieran hoy en día a Estonia como ex

república soviética», remarca el que fuera presidente del país báltico entre 2006 y 2016, Toomas Hendrik.

Esta animadversión por la época soviética tuvo su punto álgido en la primavera de 2007. Ese año, el Gobierno estonio decidió trasladar del centro de la ciudad a las afueras el monumento al Soldado de Bronce de Tallín -que representaba a un militar soviético-. Esto no gustó en Moscú y lanzó una serie de ataques cibernéticos contra el sistema estonio. ¿Por qué eligió el Kremlin la red para atacar a su vecino? Estonia, un país con recursos naturales limitados y donde la industria no era su fuerte, encontró en la digitalización a principios de siglo un nicho desde donde convertirse en una de las naciones más avanzadas digitalmente. Y ahí Moscú le dio donde más le dolía. Fue uno de los primeros ciberataques conocido contra un país, pero al Gobierno estonio le sirvió para erigirse como un experto en ciberseguridad. Además, la OTAN vio en Estonia, miembro de la Alianza Atlántica desde 2004, un aliado perfecto para el desarrollo de un centro para la ciberdefensa a escasos kilómetros de la frontera con Rusia. Toda una declaración de intenciones.

Este pequeño país báltico consiguió convertirse en un líder digital a través de una estrategia que comenzaba en la educación. «Hacer que todas las escuelas estén en línea tuvo un efecto considerable muchos años después», recuerda Hendrik. quien impulsó la digitalización en los colegios desde principios de los 2000. A partir de ahí, fue mucho más sencillo implementarlo en todos los aspectos de la vida cotidiana. La E-Estonia es el proyecto más ambicioso de la política tecnológica actual, ya que incluye a todos los miembros del gobierno y modifica la vida cotidiana de los ciudadanos. Los servicios normales en los que participa el ejecutivo (legislación, votación, educación, justicia, atención médica, banca, impuestos, vigilancia, etc.) se han vinculado digitalmente a través de una plataforma, conectando la nación. Casi 30 años después, ahí están los resultados. Además, según los datos este proceso de digitalización ahorran a esta república un dos por ciento de su PIB al año en salarios y gastos.

Refugio para empresas

Este ecosistema digital ha convertido a Estonia en el número uno de Europa con más unicornios (empresas con un valor de más de mil millones de dólares) per cápita. Prueba de ello son las empresas como Skype, Playtech, Wise o Bolt, todas de origen estonio. Además, se ha convertido en lugar de acogida para empresas británicas que han visto en el Brexit una amenaza para sus intereses. Cerca de 4.000 compañías se han instalado en Estonia por el ecosistema de ‘startups’ y su modelo digital, por su sistema fiscal y por el acceso a la UE. Todo esto, conlleva un riesgo, que ya se sintió en 2007. «Dado que la mayoría de los servicios gubernamentales se prestan en línea, una de las principales prioridades de Estonia es garantizar los más altos niveles de ciberseguridad a nivel nacional», apunta Jonatan Vseviov, Secretario General del Ministerio de Asuntos Exteriores de Estonia.

En esta república báltica se pensó en combinar la defensa de la red con la propia doctrina militar, llegando a un acuerdo con la OTAN para la creación de un centro de coordinación de defensa cibernética. El proyecto fue bautizado ‘Tiigrikaitse’ (Defensa del Tigre). Este centro representaba la intención de mejorar la capacidad de ciberdefensa de la OTAN, mediante la educación en ciberdefensa.

El país ocupa el tercer lugar en el Índice de Ciberseguridad Global, justo detrás de Estados Unidos y el Reino Unido y Arabia Saudí(que comparten el segundo puesto). Estonia está sentando un precedente para la Unión Europea, «pero necesita que haya un gasto común, como lo hay del 2% para la OTAN en materia de ciberseguridad para abordar las amenazas cibernéticas», remarca el ministro de Emprendimiento y Tecnología de la Información de Estonia, Andrés Sutt. El titular de la cartera de Tecnología pone en el foco la necesidad de una estrecha «cooperación internacional», sobre todo después de que la pandemia del coronavirus haya hecho que la ciberseguridad sea aún más relevante, ya que «la gente de todo el mundo ha trasladado cada vez más sus operaciones diarias a Internet». Un no tan nuevo campo de batalla, la red, en la que Estonia se ha convertido en el país número uno.

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Fuente: ABC