La columna de Sandra Carral – Garcín | La calidad del aire y su importancia para preservar la salud

Ing. Sandra Carral Garcín.

Según los expertos, estar al aire libre es 20 veces más seguro que estar en espacios cerrados. En su habitual columna de los días martes, la ingeniera industrial explica los por qué.

La ley 19.587/72 y su decreto reglamentario 351/79 establecen como obligación del empleador la de “instalar los equipos necesarios para la renovación del aire y eliminación de gases, vapores y demás impurezas producidas en el curso del trabajo”.

Esta ley marco también instituye la necesidad de analizar el aire en los lugares de trabajo con la frecuencia que ameriten los procesos que puedan generar contaminación ambiental o donde se almacenen sustancias tóxicas, irritantes o infectantes, siendo los muestreos y análisis en concordancia con el tamaño de las partículas o las características peligrosas de los contaminantes.

La ventilación debe tener en cuenta la cantidad de personas y el cubaje del local en metros cúbicos por persona para la definición del caudal de aire necesario en metros cúbicos por hora y por persona. Con ello, se procura evitar el estancamiento de contaminantes mientras se mantiene la concentración adecuada de oxígeno, de manera que la “carga térmica, vapores, gases, nieblas, polvos y otras impurezas del aire” no sean perjudiciales para la salud. Cuando esto no fuera posible en ciertas actividades, deben ser previstos equipos respiratorios con inyección de aire a la presión adecuada.

Esto que está dispuesto para los lugares de trabajo y espacios públicos cerrados debiera observarse también en los espacios privados. Porque la ventilación en ambientes cerrados juega, según los expertos, un papel importante para contrarrestar los aerosoles que pueden contagiar enfermedades infecciosas respiratorias, como la COVID-19.

Según José Luis Jiménez, experto en química ambiental (profesor de Química en la Universidad de Colorado Boulder, USA), “estar al aire libre es 20 veces más seguro que estar en espacios cerrados”*, debido a la presencia de aerosoles en el aire, que pueden acumularse y guardar su poder infeccioso por horas.

Estas micropartículas virales deshidratadas (que no son las microgotículas generadas por personas infectadas al hablar o toser) serían muy importantes como factor de contagios (las otras dos formas siendo las microgotículas mencionadas y las fómites -objetos o sustancias contaminados-). De un tamaño menor a 50 micrones (un cabello humano tiene 80 micrones de diámetro), pueden permanecer flotando en el aire. En los aerosoles se encuentran las partículas de virus aglomeradas de manera tal que el tamaño de particulado infeccioso se hace mayor (el diámetro del SARS-CoV-2 es 0,1 micrones, siendo un metro equivalente a 1.000.000 de micrones o micrómetros). Este tipo de transmisión del virus por aerosoles es conocido como transmisión aérea (airborne transmission).

Una forma de contrarrestar esta contaminación probable en un ambiente cerrado, en el caso de un ambiente doméstico, sería posible con purificadores de aire. Se trata de un sistema de filtros (en paralelo) para partículas gruesas y finas que anteceden a otros filtros de alta eficiencia (por ejemplo: filtro electrostático para polvos gruesos; filtro G4 para polvos más finos, ácaros, humos; filtro de carbón activado para compuestos orgánicos volátiles y olores desagradables; filtro HEPA -High Efficience Particulate Air- para prevenir la formación de hongos, y filtrar aerosoles con bacterias y virus). El tamaño de partícula que filtran los filtros HEPA va de 0,3 a 0,5 micrómetros. De manera que pueden resultar efectivos para filtrar aerosoles con virus aglomerados (es el tipo de filtro que se usa en los aviones). Un purificador de aire, entonces, es una alternativa para mejorar la calidad del mismo en los hogares, siendo siempre la ventilación natural la mejor alternativa. Este tipo de filtros de uso doméstico requiere limpieza y recambio con una frecuencia determinada, también relacionada con el tiempo de uso.

Se hace una analogía del comportamiento de los aerosoles con el del humo de cigarrillo, el cual también es otro tipo de aerosol, que densifica el aire.

Además de esta analogía de dinámica de fluído, existen las implicancias reales en cuanto al poder de contaminación del humo de cigarrillo.

La distancia de seguridad aconsejada para evitar el contagio en estas circunstancias es de 10 metros, según el médico de salud pública Joseba Zabala Galán, de la Iniciativa Ciudadana “Porque nosotros sí” para la mejora de la Ley Antitabaco en España. Zabala Galán considera que la propagación del virus por aerosoles es la más fuerte y virulenta**. Esto incluye también a los vapeadores.

Siendo la transmisión aérea la ruta dominante para el contagio, el uso de mascarillas rompería el “surfing” de los aerosoles con virus aglomerados.

De manera que es importante también la concienciación de fumadores y no fumadores. Por un lado, los fumadores deben ser conscientes del incremento del riesgo de contagio a partir de un hábito que además de ser nocivo para sí mismos (por el hecho de quedar expuestos a patógenos al retirarse el barbijo), puede serlo también para los demás (al exhalar particulado de agentes eventualmente patógenos). Los no fumadores, que devienen fumadores pasivos al respirar el aire contaminado por los fumadores, deben ser conscientes de que al percibir el olor a tabaco, están expuestos al riesgo de contagio puesto que esto señala la presencia de aerosoles tal vez cargados de virus aglomerados (se identifica a tales partículas como “surfer coronavirus”).

En Salta, a pesar de la vigencia de la ordenanza municipal antitabaco N°13.954/10 -que ha incluido posteriormente la prohibición de vapeadores en espacios públicos cerrados, y la prohibición de fumar en espacios públicos abiertos donde haya juegos infantiles- se siguen observando los incumplimientos a una regla de convivencia básica que ya es norma.

En las terrazas de bares, confiterías y restaurantes, lugares habilitados para los clientes fumadores, asombra la permanencia del olor característico de humo de cigarrillo sin que nadie se inmute. Sería necesario como medida de precaución, a la par de todas aquellas que se han puesto en marcha desde la instalación de la cuarentena por la COVID-19, que los funcionarios a cargo actúen en consecuencia y controlen y dispongan lo necesario para evitar esta otra forma de contagio.

No sirve mantener encerrada a la gente, o culparla del incremento de los contagios, si no se optimiza lo necesario para contrarrestar el riesgo de propagación de esta enfermedad como el de otras enfermedades infecciosas.

Para más información:

*La fuerte advertencia de un experto en química ambiental: “La COVID-19 también se puede transmitir a través de los sistemas de ventilación”

https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2020/09/06/la-fuerte-advertencia-de-un-experto-en-quimica-ambiental-el-covid-19-tambien-se-puede-transmitir-a-traves-de-los-sistemas-de-ventilacion/

**El ‘surfing’ del virus o porqué “hay que separarnos 10 metros de los fumadores”

https://www.lainformacion.com/asuntos-sociales/coronavirus-surfing-fumadores-propagacion-distancia-diez-metros-terrazas-desescalada-tabaco/2807702/

Reducing transmission of SARS-CoV-2

https://science.sciencemag.org/content/368/6498/1422

Fuente: Cuarto