Silvio Berlusconi se retira de la carrera por la presidencia de la República italiana

Silvio Berlusconi, 85 años, se retira de la carrera a la presidencia de la República. Así lo ha comunicado en la reunión que han mantenido en forma telemática los líderes del centro derecha. En nombre de Berlusconi, que no estuvo presente, la senadora de Forza Italia Licia Ronzulli, muy próxima al líder de Forza Italia, comunicó a los aliados del centro derecha la decisión del ex primer ministro: «Haremos una propuesta compartida con el centro derecha a la presidencia de la República, para obtener el máximo consenso posible».

En la nota de Berlusconi se destaca que el primer ministro, Mario Draghi, no debe ser el sucesor del presidente de la República, Sergio Matarella, que abandonará el cargo el próximo 3 de febrero, al término de su mandato de siete años.

«Mario Draghi debe permanecer en su puesto porque está haciendo un óptimo trabajo y debe completarlo», subrayó en su nota Berlusconi.

Destacó también el líder de Forza Italia que había constatado la existencia del consenso para una posible carrera a la presidencia de la República. Agradeció el apoyo recibido y reiteró que «renuncia por responsabilidad nacional».

En realidad, aunque él señala que disponía de consenso parlamentario, Silvio Berlusconi se retira porque no contaba con el número suficiente de votos para acceder a la presidencia de la República, en la elección que se iniciará el próximo lunes, en sesión conjunta de la Cámara de diputados y del Senado. Del total de votos posibles, 1.009, el centro derecha cuenta con unos 450 diputados. En las tres primeras votaciones, es necesario obtener dos tercios del parlamento para ser elegido presidente. A partir de la cuarta votación, es suficiente con mayoría absoluta, la mitad más uno. Es decir, Berlusconi hubiera necesitado contar con 505 votos en la cuarta votación. Sus propios aliados han comprobado que el líder de Forza Italia no contaba con esos números. Además, el centro izquierda lo había vetado, por considerarlo «inapto» para ocupar el cargo de jefe del Estado, teniendo en cuenta su pasado judicial y político, con un notable conflicto de intereses.

Meloni quiere elecciones

Inmediata ha sido la reacción de sus aliados. «La decisión de Berlusconi ha sido fundamental. Presta un gran servicio a Italia y al centro derecha, que ahora tendrá el honor y la responsabilidad de hacer propuestas sin vetos de la izquierda», ha dicho el líder de la Liga, Matteo Salvini.

Por su parte, la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, ha coincidido con Berlusconi en su rechazo de Draghi a la jefatura del Estado: «Lo más importante es la unidad de la coalición del centro derecha. Hemos hecho un gesto de generosidad por esta unidad. Decimos no a Draghi para el Quirinal». En realidad, Giorgia Meloni no oculta su deseo de que haya adelanto electoral.

El centro derecha cuenta con una treintena de votos más que el centro izquierda en el parlamento. De ahí que considere que tiene el derecho a hacer la propuesta de una candidatura, sin que sea vetada por el centro izquierda. Pero esta coalición rechaza ese derecho y considera que la decisión sobre el candidato debe ser compartida, porque ningún grupo tiene la mayoría suficiente. Las posiciones están alejadas y será difícil que se encuentre una candidatura compartida.

Confusión política

La confusión política es hoy grande en Italia. Las fuerzas políticas se dividen entre quienes desean ver a Draghi en la presidencia de la República durante los próximos siete años, y los que prefieren que continúe al frente del Gobierno hasta las próximas elecciones generales, previstas en la primavera de 2023. De momento, con la retirada de Silvio Berlusconi se ha impuesto el realismo.

En los últimos meses se ha visto a Mario Draghi como el candidato favorito para el Quirinal. Pero ahora algunos partidos consideran que la presidencia de la República debería ser ocupada por un político. En cierta forma, ven a Draghi, por su experiencia y prestigio internacional, como una figura que podría convertirse en una especie de comisario por encima de los partidos políticos, algo que no contempla la Constitución italiana, al ser una república parlamentaria. Esos partidos rechazan una república presidencialista y prefieren que Draghi siga al frente del Gobierno un año más, porque, además, se trata de un periodo difícil por la emergencia del Covid y el desarrollo del plan de Reconstrucción, en el que Italia invertirá unos 220.000 millones de euros hasta el 2026. En cambio, otras fuerzas políticas, como el Partido Democrático, y también medios empresariales, estiman que al país le convendría la estabilidad y garantía que podría ofrecer Mario Draghi como presidente de la República durante siete años.

Parece ya muy difícil que haya un acuerdo entre los partidos políticos en proponer a Draghi como presidente de la República antes de que se inicie la votación en el parlamento el lunes por la tarde. Solamente si después de las tres primeras votaciones no se elige un presidente con la mayoría de dos tercios, los partidos políticos podrían optar por Mario Draghi a partir de la cuarta votación. El expresidente del Banco Central Europeo es considerado hoy por los italianos, según todas las encuestas, como el mejor candidato posible.

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Fuente: ABC