Todo lo que USA no quiere

En un alarde de irónica sagacidad, a la rutilante Ava Gardner se le atribuye aquello de que «Hollywood me dio todo lo que no quería». De un tiempo a esta parte, la política en diversas latitudes parece también empeñada en generar todo lo que los votantes no quieren, ni mucho menos necesitan. Un buen ejemplo de esta preocupante inutilidad ha sido el primer debate entre Donald Trump y Joe Biden de cara a las elecciones presidenciales que Estados Unidos celebrará en cuestión de cinco semanas. Los 96 minutos emitidos desde Cleveland, Ohio, sirvieron para ilustrar la realidad de un país completamente desquiciado hasta el punto de haber perdido por completo la noción del respeto y la dignidad. El veredicto más repetido es que, con diferencia, ha sido el peor debate presidencial desde que Richard Nixon y John F. Kennedy en un estudio de televisión de Chicago cambiaron para siempre las campañas presidenciales de Estados Unidos. Desde entonces, las apariencias, el postureo y la imagen pasaron a ser tan importantes, o incluso más, que las ideas, el contenido y la sustancia. La pandemia ha logrado convertir el pautado camino hacia la Casa Blanca en un proceso político casi irreconocible, desde las primarias sometidas a una muerte súbita hasta el riesgo de una eterna noche electoral. Y los debates no se han librado de esta profunda desfiguración política. De hecho, el virus ha exacerbado todo lo que no funcionaba en Estados Unidos: la desigualdad, el problema racial, la sanidad, la extrema polarización política y la espiral de crispación en un país armado hasta los dientes. Entre tanta bronca, descalificación, ruido y cuestionamiento de la legitimidad de la democracia americana, el debate quedó reducido a dos caducos personajes (Trump, 74 años; Biden, 77) con un aspecto profundamente desdichado. Se les notó demasiado que no querían estar haciendo esta especie de entrevista de trabajo televisiva que requiere una candidatura a la Casa Blanca. Y al final, los dos candidatos se limitaron a bramar, o balbucear, sobre todo lo que los estadounidenses no quieren.
Fuente: ABC